Ficha técnica:
Obra de teatro: La Opera de los dos centavos. Nombre
original: DIE
DREIGROSCHENOPER.
Autor:
Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich
Brecht.
Actos: 3 actos
y un prólogo.
Género: pieza
dramática con música.
Poética:
teatro épico.
Idioma:
Alemán.
Ambientada en:
Londres victoriano.
Año: 1931
Personajes: Macheath
(ladrón). Jonatán Jeremías Peachum (organizador de los mendigos de Londres).
Celia Peachum (mujer de Peachum). Polly Peachum (hija). Brown (jede de la
policía de Londres). Lucy Brown (hija). Jenny Diver (prostituta). Smith
(condestable). Pastor Kimball. Filch (mendigos de Peachum). Cantante de
moritates. Rameras –La zorra, Dolly, Jenny, Betty-. Mendigo.
Tema: crítica
marxista del capitalismo.
Argumento: cuenta
las vivencias de Mackie navaja o Macheath, un ladrón inglés y asesino a sangre
fría, cuyos intereses son el robo, la prostitución y el homicidio. Mackie se
casa con Polly Peachum lo que desagrada al padre de esta, Jonatán Peachum,
quien se dedica a reclutar hombres y mujeres de bajos recursos para hacerlos
mendigar por las calles. Peachum al enterarse del enlace de su hija con
Macheath intenta hacer que las autoridades tengan un motivo para enviarlo a la
horca, pero sus intentos se frustran por la amistad de Macheath con el jefe de
policía Brown, el tigre. Al final, cuando por fin consigue que lo arresten y sentencien
a ser colgado, Mackie navaja escapa de su destino cuando, momentos antes de su
ejecución, llega un mensajero de la reina no solo para perdonarlo, sino también
para otorgarle un grado nobiliario, un castillo y diez mil libras.
Los que se hacen a sí mismos
(a toda costa).
Jonatán Jeremías Peachum, personaje de “La ópera de los
dos centavos” (Die Dreigroschenoper) de Bertolt Brecht,
es empresario su propia compañía. Pero esta compañía es nada menos que una encargada
de contratar a mendigos que luego de pedir limosna por las calles deberán darle
la mitad de sus ganancias.
Peachum es guiado por valores meramente capitalistas y
en su afán de ascender, apela a sacar provecho
de la “sensibilidad”, cotizándola.
¿La obra intenta entonces dar
una lección moralista ante sus acciones? De ninguna forma. Lejos están las
moralejas y las lecciones de vida. Jonatán Peachum, esposo y padre, es el
resultado de una sociedad que prefiere negar la existencia de los desposeídos en
vez de tomar alguna medida para otorgarles dignidad. Él es quien decide tomar
las riendas del asunto, y en base a las necesidades que observa crea un
circuito de demanda, haciendo del “conmover corazones para que suelten el
dinero” todo un oficio –de dudosa moralidad-.
Se puede decir que este
personaje lleno de avaricia no es más que la representación de un hombre que se
hace a sí mismo, teniendo en cuenta la perspectiva de Eric Hobsbawm en “Las
revoluciones burguesas” capítulo X “La
carrera abierta al talento”, en donde habla de una sociedad
pos-revolucionaria (en referencia a la revolución francesa) que: “Era la sociedad del «parvenu», del hombre
que se hacía a sí mismo”. Este “hombre que se hace a sí mismo” -exitoso en
los negocios- del que habla Hobsbawm es por lo general, un hombre de origen
humilde guiado por la convicción de progreso, con cierta necesidad de “Status”
frente a una realidad que no se apiada de él y que no va a regalarle nada. Hacerse
a sí mismo implicaba apropiarse de la actitud de “sobrevivir como sea posible”.
Una actitud sin dudas adoptada por este personaje.
Pero a lo largo de la
historia, fuera del ámbito ficcional, se ha sabido de muchos que se hicieron a
sí mismos, tal es el caso de Richard
Arkwright, conocido por patentar el marco giratorio movido por
agua en 1769, del cual no es el auténtico inventor. Y más tarde,
por ser el primero en fundar una fábrica y crear el sistema de producción que
iba a representar al capitalismo mundialmente.
Según Hobsbawm: “el resultado más importante de las dos
revoluciones -francesa e industrial- fue (…) el de que abrieran carreras al
talento, o por lo menos a la energía, la capacidad de trabajo y la ambición”
(Hobsbawm, 1964).
Richard,
real, y Jonatán, ficticio. Ambos, ambiciosos. Arkwright, ante
la posibilidad permanecer en la granja de su familia y sufrir las consecuencias
de la escasez que allí se presentaba (período de Revolución Agraria) elige
trasladarse a Boston en busca de más oportunidades, allí podría haberse conformado
con su primer trabajo de aprendiz de barbero, pero fundó un pub (Black Boy) al
que no le fue tan bien, luego de volver a la barbería una vez más, e invertir
en el negocio de pelucas, cuando este parecía llegar a su fin, volvió a
invertir pero esta vez en la industria textil. Observando las carencias de las
maquinarias existentes acude a un amigo con quien trabaja en la fabricación de una nueva máquina
hiladora de algodón –que
previamente había inventado otra persona (Thomas Highs) a quien le tomó prestada la idea sin su consentimiento)- para
patentarla bajo su nombre con el título de “Water Frame”, pero también inconforme a eso se trasladó a un sitio
prácticamente desolado (Pueblo de Cromford)
para crear la forma de colocar en funcionamiento simultáneo la mayor
cantidad posible de máquinas, y así multiplicar la producción a gran escala.
Es que para
Hobsbawm, la carrera al talento ofrecía caminos para el ascenso social, pero
los más difíciles eran los estudios universitarios y los negocios, ya que para
llegar a ellos se requerían determinados recursos iniciales. Es por eso que tanto
el negocio de “despertar compasión” contratando mendigos de Peachum, como
los intentos casi desesperados de Arkwright de lograr su objetivo de convertirse en rico -en donde no dudó
en apropiarse incluso de las ideas de un
tercero para lograrlo- no solo exponen
el intento de huir de la desgracia y encarnar la tentativa de escapar de la
miseria para lograr eso que Hobsbawm
nombra como el “triunfo del mérito sobre
el nacimiento y el parentesco”, sino que también representan la competencia individualista de la “carrera abierta al talento” propia de
una nueva moralidad, la capitalista.
¿Quiénes son realmente estos hacedores de sí mismos? ¿Auténticos
culpables o sobrevivientes de la desesperación? ¿Inmorales movidos por el
capital o eternos inconformes?
Se puede decir con seguridad que estos, en tanto se hacen a sí
mismos, se manifiestan como emprendedores insistentes. Y representan a quienes,
durante la Revolución Industrial (1780) y la Revolución francesa (1789) -al
igual de Arkwright y Peachum- intentaron huir de la condena al padecimiento
impuesto por las jerarquías, analizando que tipo de necesidades podían cubrir a
cambio de ciertos beneficios que les eran útiles económicamente. Haciendo su
propio camino a partir del “talento” y no de categorías pre-establecidas. Así
como Peachum, condenado a la mera subsistencia emprende una mercadotecnia de la
desgracia, Arkwright, un barbero de oficio, invierte en donde observa
oportunidades para construir el lugar que desea ocupar dentro de la sociedad a
partir de su propio esfuerzo (lo cual tiene sentido si buscamos explicar por
qué durante la revolución industrial emergieron los hombres de negocios).
Emprendedores.
Tanto Richard Arkwright como Jonatán Peachum son
empresarios al mando de sus propias compañías (Richard Arkwright destacado en
su intervención dentro de la industria textil -así como en su momento también
estuvo al mando de una barbería y de un pub-, Peachum dentro de su compañía "El
protector del mendigo”).
Ahorradores.
Richard Arkwright no estaba
dispuesto a “derrochar” dinero (una vez que lograba conseguir suficiente
capital, inmediatamente pensaba en su próxima inversión) al igual que Peachum
(esto consta en su frase “Para
mí, regalar la mugre de una uña equivale a desafiar la muerte por inanición”)
Inconformes.
Para Peachum todo es
insuficiente, producto de su falta de esperanza. Ningún
dinero puede salvarlo de su situación moral –que pende de un hilo al obtener
beneficios económicos de personas necesitadas- En el caso de Arkwright, su inconformidad
estuvo ligada a su necesidad de convertirse en rico.
Ambiciosos.
Tanto Richard Arkwright como Peachum no tienen la oportunidad de
disfrutar del dinero que ganan, en el sentido de que ambos están constantemente pensando en el negocio
siguiente. Ambos hombres guían su vida siguiendo los valores
del capitalismo. Peachum, abre un
negocio en donde se propone excitar la compasión y conmover corazones a costa
de las personas sin recursos, a quienes designa uno de cinco
prototipos de miseria para que representen en las calles teniendo en cuenta el
aspecto con el cual conseguirían más dinero de los transeúntes. Además, ve a su hija como un
recurso más –para atraer clientes- por lo cual se opone rotundamente a que esta
se case y se aleje de él. Por otro lado, Arkwright también observó con detenimiento
una posible demanda cuando los espacios recreativos comenzaban a surgir en Gran
Bretaña y decidió invertir en un pub. Luego, cuando al volver a la barbería
tuvo en cuenta la importancia que se le otorgaba al “peinado” y al uso popular
de pelucas –símbolo de distinción social - (que comúnmente utilizaba la nobleza
y la burguesía) por lo cual previendo posibles ganancias incorpora a la
barbería la venta de pelucas, incluso inventa la primera tintura en el mundo
resistente al agua.
“Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda
costa”.
Una frase de Gilbert Keith Chesterton, escritor británico (1874- 1936)
que podría reflejar el pensamiento de Peachum y Arkwright.
Gilbert Keith Chesterton.
Notas aclaratorias:
· Tanto conceptos propios de otros autores (Hobsbawm) como citas textuales
de la obra “La Opera de los dos centavos” son destacados en letra cursiva.
Bibliografía:
BRECHT BERTOLT.
La ópera de dos centavos. 1931.
HOBSBAWM, Eric. Las revoluciones burguesas. Cap. X “La carrera abierta al
talento”, Ediciones Guadarrama, 1964.
RICHARD ARKWRIGHT: la historia de una fortuna. Blog
El pasado entre en escena. Entrada del 7 de Mayo de 2018. Recuperado de: http://elpasadoentraenescena.blogspot.com/2018/04/richard-arkwright-la-historia-de-una.html
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